lunes, 20 de junio de 2011

Letras peligrosas

No podían respirar bien, dentro hacía un calor infernal, apenas tenían espacio en ese minúsculo maletero. Del habitáculo llegaban melodías distorsionadas, algo en inglés, con teclados y coros, rollo indy. El sudor empapaba sus cuerpos y hacía de lubricante, en las curvas sus cuerpos se zarandeaban como muñecos de un lado para otro, al estar maniatados no podían sujetarse a nada, sus cabezas chocaban inevitablemente con los laterales del maletero.

Un último golpe contra los asientos traseros les anunció que el vehículo se acabab de detener, se paró el motor, se oyó el ruido de una puerta abriéndose y cerrándose tras el conductor. Pasos. De repente, la luz lo inundó todo, quedaron cegados cuando la puerta del maletero se abrió. Una figura se asomó y los ayudó a ponerse en pie, cortando las bridas que les tenían inmovilizados los pies. Tardaron un poco en hacerse al lugar, les resultaba familiar, un amplio bulevar, arbolado en los laterales y seccionado por un tranvía. Estaban en la Biblioteca Regional. ¿Qué clase de secuestrador los llevaba maniatados a un lugar público? Aún era temprano, se veía muy poca gente por la calle, además era verano, no había ni Cristo en la ciudad.

-Caminad- les dijo su secuestrador, y de un empujón los puso en marcha.

Les dolía la cabeza, estaban algo aturdidos, como con un resacón del quince. ¿Cómo habrían llegado hasta allí?

Les llegaban flashes a su cabeza, como disparos de fotografías, se lo habían debido pasar muy bien la noche anterior puesto que no recordaban demasiado, empezaron tomando Havana 7, luego pusieron la videoconsola, el guitar hero, el buzz, cuando se acabó el Havana salió un Captain Morgan de no se sabe dónde... luego apareció una cachimba... después todo borroso. Habían estado en casa de Javi la noche anterior celebrando que habían terminado los exámenes. Pero... ¿qué había pasado después?

Torpemente subieron las escaleras, al estar atados el uno a la otra, caminaban con dificultad. Él les abrió la puerta de la biblioteca y la brisa del aire acondicionado del interior les heló la cara.

-Todo recto- el vigilante ignoró el hecho de que estuvieran maniatados, pasó por su mente la idea de pedir ayuda, pero tenían la vaga sensación de que sus vidas peligrarían si lo hacían.

Historia del derecho. Su triste procesión les introducía más y más en la biblioteca.

Anatomía. Antropología. Los pasillos se sucedían uno tras otro bajo el eco sordo de sus pisadas.

37. Novelas.

-Ya hemos llegado- dijo la voz del que tiraba de ellos. Se agachó hasta colocar su nariz a la altura de la segunda leja, estuvo oteando los libros y se volció hacia ellos.

-Aquí los tenéis. Coged el que queráis, no os voy a dar mi opinión, no quiero quitaros la opción de equivocaros.

Frente a ellos estaba la colección de libros de Chuck Palahniuk. Asfixia, Rant, Nana, Monstruos invisibles, Fantasmas. Ahora se acordaban.

-Ya sabéis el trato. Me hacéis un resumen del libro que escojáis y volveréis a ser libres. Esa es la condición para que os desate.

No les dio tiempo a réplica.

-Recordad que tengo un documento firmado por vosotros que me autoriza a hacer esto. Es por vuestro bien - Javi se frotaba las manos-, veréis lo mucho que os vais a reir... Ya no me valen excusas como "es que estoy de exámenes" o "tengo pendientes chococientosmil libros más"... Me da igual, el autor del Club de la lucha lo merece. Esto y mucho más.

Resignados, Galadriel y Obdemurian escogieron un libro de la estantería, uno al azar, y se sentaron en una mesa blanca y despejada, dispuestos a cumplir su penitencia y achicar su alma de ignorancia.

miércoles, 15 de junio de 2011

The Show. Capítulo 20: Seis grados

-19 de febrero de 1970, estudios de la BBC en Londres, concierto de Deep Purple, estaba prevista la aparición de Joe Cocker pero finalmente rehusó por motivos de agenda, la velada se editó en un disco que vio la luz en el 80. Entre bambalinas, una francesita de diecisiete años se contoneaba con las primeras notas de "Child in time" con una acreditación al cuello, tenía un porte impropio de su edad.-
-¿Qué tiene que ver en todo esto James?- El Coronel se impacientaba, aún así no giró su sillón, contemplaba pensativo el atardecer de Washington.
-Yo hacía trabajos esporádicos como jefe de seguridad de eventos para la BBC, si recuerda, por aquel entonces Marta y yo nos mudamos con los chicos a una casa más grande...
-¡Al grano James!-
-Esa cría, se acreditó como ayudante del productor, entró hasta la cocina, se acostó con Blackmore, el guitarrista, se llevó 1.500 libras en efectivo y cargó 3 noches por todo lo alto en el Corinthian. Desapareció sin más. No supe de Gabrielle Guillet hasta diez años más tarde. Supe que era ella porque en el café tras el briefing de una misión de contra-espionaje alguien mencionó a Deep Purple y no dudó en contar su historia. Trabajó para nosotros durante cinco años como agente doble, luego desapareció. Todo apunta a que fue ella quien tramó el escándalo del Teniente Mumford y los 100.000 dólares evaporados.
-Hija de perra, Mumford era un buen tipo, no me importa con quien se fuera a la cama. No se lo merecía.-
-Después, poco cierto se sabe, pero he oído que se dedicó a timar a empresarios, narcos de medio pelo y a un par de perros de la guerra. Súbitamente dejó de operar. Hará un par de meses, haciendo 'negocios' con un tal Rolfe, me enteré de que no la liquidaron, simplemente está arruinada.-
-No me gustan tus chanchullos con los de aduanas, este tipo de tratos deben cesar.-
-Señor, estos tejemanejes mueven hoy los hilos como nunca antes, debe comprender...-
-Esta bien. No quiero oírlo. Será nuestra Matahari, la quiero aquí en quince días, todo debe ser extraoficial, no quiero a nuestros chicos de paseo por Europa.-
Esa misma noche James Fitzgerald volaba hacia Ginebra en un vuelo de la TWA. Al día siguiente, en un reservado del casino del Mövenpick, una bailarina con los ojos vendados bailaba para él canciones de Otis Redding. Su espigada figura se desparramó en el sillón del fondo, sujetaba una copa de Borgoña, levantó el auricular y sin apartar la vista de la húmeda piel de la chica, llamada tras llamada, pidió favores, sugirió delitos, chantajeo a funcionarios, contrató a mercenarios, localizó a alguien que daba el perfil, se hacía llamar Yohann aunque todos sabían que era italiano. Contactó con recepción.
-¿Marcel?...baja a por la chica y consígueme un billete de tren a Viena para esta madrugada.-
Apuró la copa y al levantarse se sintió algo achispado, se ajustó la corbata, se puso la americana y salió por la puerta dejando a la jóven semidesnuda aún contoneándose bajo una luz tenue. Sonaba I've been loving you.
. . .
Un Trabant negro era perseguido a toda velocidad por dos coches de la policía por las calles de Berlín , un golpe con el bordillo, la dirección se rompe y tras un frenazo termina golpeando una cabina de teléfono. Los agentes, subfusil en mano, gritan al conductor que salga y se tumbe en el suelo. Chirriando se abre la puerta y se deja caer sobre los adoquines un chico con una aparatosa brecha en la cabeza. Un agente se le echa encima y lo esposa para a continuación registrarlo. Los del coche más rezagado contemplan atónitos el contenido del maletero; dos cajas de granadas.El inspector ojea la documentación.
-Wolfgang Schäuble ¡militar!...Tenían al zorro dentro del corral.- Impertérrito gesticulaba y daba órdenes a sus compañerso. Se puso en cuclillas y al oido le dijo al detenido- Amigo, te acabas de meter en un buen lío.-Wolfgang, arrastrado por dos policías, sabía cuanta razón tenía aquel tipo, el ejército no era piadoso dictando sentencia.
. . .
También había putas en la Viena de Mozart pensó Rolfe mientras brindaba con aquellas chicas de aspecto poco saludable. Hedían a ginebra, la impúdica voz de Sid Vicious pervertía aún más el ambiente podrido de humo. Tenía un buen trato que celebrar, se codeaba con los americanos, espléndidos pagadores. La noche terminó en un hotel cutre que admitía check-in de madrugada.
-Ebba está fuera de combate- Dijo entre risas la más vivaracha de ellas mientras traqueteaba a su amiga inconsciente en la alfombra.
-Es una pena, tiene buenas tetas-
-Déjala, lo pasaremos bien-
Se dejaron caer en la cama y sin mover a la chica del suelo apuraron la madrugada. Al despertar, Ebba había desaparecido con el fajo de billetes de 1.000 chelines que Rolfe acababa de recibir la noche anterior. Se llevó las manos a la cara enrojecida por la rabia. Sabedor de que no podría pagar, decidió marcharse del hotel sigilosamente, la chica que aún dormía en la habitación conocía al recepcionista y dio su nombre.

CONTINUARÁ...

sábado, 11 de junio de 2011

The Show. Capítulo 19: La fuga del muerto

Sollozos y alguien apremiando a la mujer del otro lado del auricular.
-Wolfie estábamos tan preocupados por ti.
-Usted es...- Tuve miedo de no reencontrarme con mi propia vida y repetí mentalmente el nombre varias veces antes de pronunciarlo- Matilda. Eres Matilda Schäuble.
-¿De veras estás bien? nos dijeron que habías muerto.
Yohann, escuchando en silencio la conversación, me miró solemne y asintió con la cabeza.
-Y eso es lo que debe parecer – Un maremágnum de recuerdos arrebataron mi consciencia, un torrente efímero de sueños lúcidos, como tantas veces describieron el día en que nuestra alma sería escrutada en busca de toda mácula. Sentí un dolor indescriptible atravesándome, una aflicción espiritual que no olvidaré jamás. Dos enormes lágrimas cayeron al suelo. Tomé consciencia de donde estaba, mi mano temblorosa apretando el auricular contra mi oreja.
-Aún no se cómo explicarte todo esto pero dame tiempo, te escribiré, aún estoy muy desorientado pero no te preocupes. Un día no demasiado lejano te enviaré una carta, el remitente será un tal Otto, como el abuelo, desde una dirección inexistente.- La misma voz que antes exigía brevedad ahora susurraba que debía finalizar. Podía imaginarla; los ojos cerrados arrasados por un llanto mudo, la cara enrojecida y su pañuelo estampado recogiéndole el pelo.- Sabrás de mi, no te preocupes. Cuidaos, y que Linda no se meta en lios por Dios...-Habían colgado.
Pasaron unos minutos antes de que ninguno de los dos pudiera articular palabra. Yohann suspiró profundamente como cogiendo fuerzas y me dijo.
-Se que es duro, también que has revivido muchas cosas al oír de nuevo a tu madre ¿verdad?- Asentí levemente absorto en la reconstrucción de todo lo rememorado- El efecto del  'polvo zombi' desaparece, pronto serás el de antes, igual de chulo, eso no lo arregla ninguna pastilla- bromeó intentando animarme- También recordarás el trato que hicimos el día antes del juicio militar, cuáles son tus obligaciones y cuáles las consecuencias de no respetarlo.
-No hará falta, aún así corrígeme; Veinte mil dólares en efectivo, mi familia 'protegida', una nueva identidad en algún lugar que determinaríamos después, entregar una única persona, viva. Si me niego ellas pagarán las consecuencias.
-Acordamos quince mil.
-¡Veinte mil!...rata milanesa.
-Vale, vale, pero que sepas que untando a la policía militar gasté más de lo esperado, si en algún momento tienes la oportunidad de demostrar gratitud, por favor, no te inhibas.
-Lo que quiero que me expliques es cómo terminé llegando aquí, imaginé otro tipo de viaje clandestino.
-Pacté el cambio a una celda de aislamiento, uno de los soldados que te arrestaría era el contacto que fingiría alguna irregularidad. Te darían unos cuantos tortazos, en fin, algo 'razonable', pero tú opusiste resistencia ¡membrillo! y te zurraron de lo lindo, los otros dos no sabían nada y no se contuvieron, los pastores alemanes tampoco-
-¡¿Cómo iba a saber yo que era parte del plan?! 
-El arte de la guerra amigo mío, el soldado no debe conocer el sentido de las órdenes. Fuiste un reo díscolo muy creíble. -El muy mamón tuvo los huevos de reírse- Una vez en aislamiento y a solas, el contacto te inyectaría el 'polvo de zombi' mejorado. Sufrirías una muerte aparente.  Ya eras una paliza que se fue de las manos, un asunto que no debía salir a la luz. Asustados, los otros dos guardias cooperaron y pronto ibas en un camión de patatas rumbo a Austria. El trecho de la frontera hasta aquí realmente no se cómo transcurrió pero sospecho que alguien tuvo miedo de ser descubierto y te abandonó en las afueras. 
CONTINUARÁ...

martes, 7 de junio de 2011

The Show. Capítulo 18: Comienza el Juego.

Pasé toda la noche dando vueltas en la cama. Me levantaba, iba a por un vaso de agua, un cigarro. Harta y sudorosa me levanté, fui al salón, encendí el ventilador de techo y…qué coño…me serví una copa.
Intenté calmarme y poner en orden mis pensamientos, buscando una solución. Dos cosas estaban claras: la primera, que era tarde para echarse atrás, el trabajo debía hacerse y la segunda, tenía que resarcir a Ebba por haberle jodido la vida de una manera tan cruel. Aquella niñita que se despidió desde su columpio se había convertido en un despojo de la sociedad. Algo debía hacer, ¿pero qué?
Dos copas y cuatro cigarros más tarde, tuve una idea. No podía decirle quién era yo, al menos de entrada. Se negaría a escucharme y lo más probable es que me pegara un tiro con el típico revolver Smith&Wesson que llevan escondido todas las putas del barrio chino. Una chica tiene que protegerse. Estaba claro, si quería limpiar mi conciencia, iba a tener que esperar hasta que terminara el trabajo.
Por otra parte, una muchacha joven como Ebba no desperdiciaría la oportunidad de salir de la calle. A estas alturas no creí que tuviera mucho que perder. Lo intentaría. Me fui a la cama. Por esta noche ya no podía hacer más.
Al día siguiente tras varias llamadas a un par de buenos amigos, comprobé que tal y como yo sospechaba, ya estaba fichada por pequeños hurtos, agresión, había escapado de un par de hogares de acogida… En una de las ocasiones, cuando el inspector de turno le preguntó el motivo, ella declaró que su padre adoptivo había intentado abusar de ella. Puso una denuncia, a los dos días se retiraron los cargos y Ebba ingresó en el hospital con un brazo y la nariz rotos y diversas magulladuras. Un accidente según ella. Después de aquello, notas vagas, nada de interés.
Cuando acabé de leer estaba entre estupefacta y aliviada. La culpabilidad era ya una punzada tan familiar, que había llegado a acostumbrarme. Pero me alivió saber que era imposible que declinara mi oferta. Era muchísimo dinero, lo suficiente como para salir de la calle, largarse de esta ciudad y empezar de nuevo. 
Había que ponerse en marcha, en este tipo de trabajos los preparativos y la previsión lo son todo.

- Hola Rolfe, ¿ocupado?
- Para ti nunca, preciosa, ¿qué puedo hacer por ti?
- ¿Tienes ya mis papeles?
- Casi, faltan un par de detalles.
- Bien. Necesito que hagas otro juego más.
- ¿Para quién?
- Eso no es asunto tuyo.
- ¿Tienes un socio?
- ¿Qué parte de ‘no es asunto tuyo’ no entiendes? Los necesito a nombre de mujer, elige el que más te guste.
- ¿Por qué no me has dicho que íbamos a necesitar a alguien más?
- No te confundas, amigo. Tú no necesitas a nadie. Tu único cometido en esto es que no nos pillen en el aeropuerto por un pasaporte cutre y pasarte por casa esta noche, si te apetece.
- Muy bien, muy bien. He aprendido con los años a no hacer preguntas. No sirve de nada. Allí estaré. Ponte guapa.

Colgué. Ya estaba en marcha.

CONTINUARÁ…

EL ESPECTÁCULO DEBE CONTINUAR.

lunes, 6 de junio de 2011

The Show. Capítulo 17. Amargos recuerdos

- Herr Austerlitz, ¿tiene usted su propio notario o desea que haga venir al mío?

¿Notario? ¿Se suponía que debía tener uno? Hans dudó - Por favor, si no es mucha molestia, le pediría que el suyo se hiciese cargo.

- Como desee- respondió Gabrielle - mañana mismo lo tendrá aquí a mediodía.

Pero mañana a mediodía nunca llegó.

Los días pasaron, el ambiente se fue cargando en la residencia de los Austerlitz. Hans no daba crédito a lo que le acababa de suceder. Donde antes sonaba la radio popular o el jolgorio de la tele, ahora sólo eran portazos y discusiones. Todo por lo que había luchado el matrimonio se había desmoronado en un abrir y cerrar de ojos. Habían sido víctimas de una estafa. "No, no no y no. Esto no puede estar pasando...", "La culpa es tuya por ser así de avaricioso", "si es por ti todavía estaríamos viviendo en aquel cuchitril de Villach", los reproches se sucedían como las gotas de lluvia sobre la ventana. El otoño caía en la ciudad y traía consigo la gelidez al hogar.

Dentro de la inocencia de su juventud, todo esto pasaba desapercibido para Ebba... al principio. No era consciente de la tragedia que estaba por suceder. Sus padres habían sido lo bastante discretos para mantenerla al margen de todo esto. Sin embargo, no lo pudieron ocultar durante mucho más, era inevitable. Un día, la pelea entre sus padres se elevó más de lo normal. Ebba, aterrada, hundió la cabeza bajo su almohada, apretó los dientes y se juró a sí misma no casarse nunca. Hubo gritos, golpes y gritos más fuertes todavía. Luego nada. Cuando la policía vino a levantar los cadáveres los agentes tuvieron que aislarla de la prensa, se abalanzaron sobre ella buscando el titular más morboso del año. Lo tenían fácil, un poderoso hombre de negocios, ejemplificando al odiado macho maltratador que después de matar a su mujer, se quita la vida.

Y así fue como se fueron a la mierda todas las espectativas de futuro de Ebba. No ya las propias de ser una hija de clase alta, sino la simple aspiración a ser una chica normal: baile de fin de curso, novio en el instituto, universidad y matrimonio con un prometedor ejecutivo.

No. Su vida se convirtió en un infierno, de hogar de acogida en hogar de acogida, comenzó a cometer pequeños hurtos, los psicólogos decían que para llamar la atención, "no conseguirás que vuelvan tus padres", le decían. Saltaba de diagnóstico en diagnóstico como una avispa va de flor en flor. ¿Depresión? ¿Déficit de atención? ¿Trastorno de la personalidad? De algún modo, Ebba empezó a pensar que el mundo entero la odiaba. Que ya no sería como esos ejemplos que aparecen en las sitcoms de la tele. Su vida empezó a torcerse con cada gramo que consumía, de repente, los ahorros familiares se esfumaron entre tanta factura. El estado no deseaba hacerse cargo de casos irrecuperables como el suyo, por lo visto era más rentable invertir en bancos. Así fue como la espiral se fue haciendo más profunda, más estrecha, más oscura. Su camino autodestructivo la llevó hasta el Spittelberg, el barrio chino de Viena.