jueves, 13 de diciembre de 2007

The Show. Capítulo 2: La Puta Fachada

Te sientas en la bañera. Te sumerges poco a poco. Cierras los ojos. De arriba y de abajo llegan, a través de las viejas cañerías: música, ruidos, los sonidos distorsionados de las voces de tus vecinos; una madre y una hija discutiendo por no se qué mancha de carmín en la ropa interior.
Y entonces, mientra el calor del agua extraclorada te va amodorrando, te cortas las venas. Dejas que se mezclen lentamente con el champú y los aceites balsámicos de tu madre. Todo se vuelve negro.
Después te despiertas: Ya no tienes 15 años y tienes una resaca descomunal [Largo suspiro]

Colaboración Christian Supiot 

Odio soñar. Soñar es la mayor de las decepciones que se materializa al despertar. Como predije, la noche había sido divertida. Quizás demasiado y ahora mi cuerpo pagaba las consecuencias. Los cadáveres de mis compañeros de fiesta poblaban todo mi piso: botellas vacías, paquetes de tabaco arrugados y ceniceros a rebosar.
Cai en la cuenta de que no recordaba cómo había llegado a la cama. Sacudí la cabeza y sonreí. Lo bueno de tocar fondo es que ya no te puedes hundir más.
En poco mas de media hora tenía que entregar mi guión; el que podría ser el segundo aceptado o el enésimo rechazado. El despacho del hombre que tenía que salvarme de la pobreza estaba a dos manzanas de mi casa asi que me di prisa, me adecenté, tomé el guión con manos temblorosas y salí a la calle. Apreté la carpeta muy fuerte contra mi pecho sin parar de repetirme "no tengas miedo. Es bueno, es bueno y lo sabes."
Llegué a la entrada del edificio de oficinas dónde me había citado un hombre que se dedicaba al mercado inmobiliario y a jugar en bolsa. Era lo que a mi me gusta llamar 'el benefactor ignorante'. Entré en el edificio intentando aparentar seguridad pero las consecuencias de la noche anterior habían hecho estragos en mi rostro.
Tras atravesar el laberíntico vestíbulo llegué a la puerta del despacho, llamé y entré. Saludos. Me senté. El hombre sentado en frente llevaba el pelo peligrosamente engominado, un traje azul marino, camisa rosa apagadao y una corbata de colores chillones pero elegante. Tenía una expresion afable a la vez que firme, no me dio buena espina. Esto no iba a salir bien. Todo en mi era fachada, todo fachada, mis comentarios ingeniosos para caerle bien, mi aspecto, incluso mis sonrisas. Asi es el mundo del que pretendo vivir, sólo la puta fachada.
Le di la carpeta donde contenía mis ilusiones de los ultimos 2 años y empezó a leer.

Continuará...

EL ESPECTÁCULO DEBE CONTINUAR.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Pon un link a mi blog en la entrada anda...

Y suerte con la novelilla

Anónimo dijo...

Autocorrecciones:

"[...]Te sientas en la bañera. Te sumerges poco a poco. Cierras los ojos. De arriba y de abajo llegan, a través de las viejas cañerías: música, ruidos, los sonidos distorsionados de las voces de tus vecinos; una madre y una hija discutiendo por no se qué mancha de carmín en la ropa interior.

(Salto de párrafo)

Y entonces, mientra el calor del agua extraclorada te va amodorrando, te cortas las venas. Dejas que se mezclen lentamente con el champú y los aceites balsámicos de tu madre. Todo se vuelve negro.

(salto de párrafo)

Después te despiertas: Ya no tienes 15 años y tienes una resaca descomunal [Largo suspiro]"