martes, 29 de enero de 2008

La Ciencia del Siglo XXI

Siempre se ha dicho que la paciencia es la madre de la ciencia. Yo añadiría una segunda variable: la suerte.
Desde que se descubrió la penicilina hasta que se descifró el genoma humano, la suerte ha tenido mucho que ver en los avances científicos. No cabe duda de que esa suerte no habría valido de nada sin conocimientos aplicados y la curiosidad de los científicos que llevaron acabo experimentos, la mayoría, absurdos para sus contemporáneos pero que acabaron sentando las bases de la biología, bioquímica y microbiología modernas.
Generación espontánea, el uso de rayos X durante las operaciones a principios del siglo XIX (y las muertes derivadas de ellos...) y muchas otra anécdotas que salpicaron los años de mayor auge en cuanto a descubrimientos científicos nos condujeron al conocimiento y tecnologías aplicadas de las que hoy somos consumidores. Ahora puede que estas ideas sobre generación espontánea (y el debate acoplado)o que se usaran rayos X (que ahora se sabe son perjudiciales en dosis elevadas) en operaciones complicadas nos resulten descabelladas e incluso negligentes, pero en un tiempo en el que estaba todo por descubrir, exisiteron un puñado de científicos decididos a aprender, enseñar al mundo, descubrir y avanzar usando lo que la naturaleza nos ofrecía en nuestro beneficio valiéndonos de ella y nunca aprovechándonos.
Sin embargo, en la actualidad, cada avance que se consigue, cada nueva inyección, pastilla o viral acumulado en los laboratorios del mundo parece como mínimo plantear dudas éticas. Desde la clonación hasta el hecho de que hemos conseguido ser capaces de, no solo leer el genoma humano, sino también escribirlo todo queda salpicado de si podemos o no.
Como se dice en Parque Jurásico "estabamos tan preocupados en saber si podíamos que no nos paramos a pensar si debíamos". Así es como evoluciona la ciencia hoy en día: copias genéticas in vitro, organismos a la carta y quién sabe que mas inventos acerca al ser humano cada vez más a creerse con el poder y el conocimineto necesarios para hacer lo que quiera con una vida.
¿Dónde quedó el tiempo en el que ni siquiera se podía saber el sexo del futuro hijo o hija?
Desde 1979 una mujer puede saber a través de un análisis de sangre si su futuro bebé tendrá espina bífida (y otro defectos del tubo neural) o síndrome de Down.
Yo descubrí la existencia de esta prueba durante una clase de Biología en 1º de Bachillerato e, instintivamente, lo primero que me vino a la cabeza fue: ¿y para qué?
Soy totalmente consciente de que la esperanza de vida del ser humano se ha alargado considerablemente (en unos 50 años) gracias a los avances médicos y mi mitad científica se apasiona fervientemente con todos esos datos. Mi cerebro asimila esa información con un sed insaciable, pero mi parte idealista no puede dejar de pensar que es posible que estemos jugando a ser dios, que puede ser que lo natural sea que el ser humano viva 30 años. Al fin y al cabo, pocas criaturas de la Tierra viven tanto como el ser humano (y digo pocas, no ninguna).
Pero no puedo evitar (quizás esto suene algo sensacionalista) imaginarme a esa futura madre, puede que ilusionada por la llegada de su primer hijo recibiendo la noticia, durante su primer trimestre de embarazo cuando la posibilidad de abortar aun está ahí, de que este esperado bebé va a llegar al mundo defectuoso, que va a tener que hipotecar su vida por cuidarle siempre. Bueno, siempre no, hasta que muera. Porque la esperanza de vida de personas que padecen sindrome de Down o espina bífida es mucho más corta que la del resto (con los avances actuales entre los 25 y los 35 años). Es decir, no es sólo que, egoístamente no quieras hipotecar tu vida, es que vas a dar a luz a un hijo que ya sabes que vas a tener que enterrar.
Puede que todo esto suene a demagogia barata pero, realmente, así están las cosas. ¿Quién puede enfrentearse a una decisión así? ¿Quién continúa sabiendo que la vida siempre será un poco peor?
Por supuesto, las mujeres que deciden prestarse a esta prueba lo hacen de manera completamente voluntaria, puede que luego se arrepientan o que, sua cual sea el resultado, ya hayan tomado su decisión.
Evolucionar, aprender y avanzar han sido siempre las premisas del ser humano. Desvelar los misterios del mundo, aprender lo que no se sabe. Pero creo que es posible que hayan cosas que es mejor no saber, en muchos casos se cumple eso de "la ignorancia es felicidad".
La creación de la bomba atómica, experimentos con Uranio que desembocaron en un isotopo aun mas fuerte y reactivo, poder crear organismos a la carta, o desvelar un hecho que te llevará a tomar la decisión más difícil que nadie debería tomar jamás no creo que nos haga la vida más fácil, al contrario.
Los avances en materia de ciencia y tecnología deberían servir precisamente para esto, para hacernos la vida más fácil, más placentera. Indiscutiblemente esto también se ha conseguido, tenemos una calidad y esperanza de vida mucho mayor pero hay abismos a los que es mejor no asomarse y no se si puede que con el tiempo nos arrepintamos de todo esto.

EL ESPECTÁCULO DEBE CONTINUAR.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

La ciencia siempre evoluciona más rápido que la mentalidad de su época, es una constante histórica...

Opinar sobre los casos en particular entra en el terreno de la ética y de su dogmática hermana la moral... Y no estoy con ganas...

Anónimo dijo...

Qué mal rollo...uish! la moral? qué pinta la moral en esto? no, no, no, nada. Ceñirse a un estandar ético ya es lo bastante complicado como para meter a las miles de morales que tiñen a la humanidad.
Como se dice en spiderman. Un gran poder requiere de una gran responsabilidad, y la humanidad puede brillar por muchas cosas, pero no por la responsabilidad, o al menos en su conjunto. Pues bien, la ciencia, avanza exponencialmente, cada dia más rápido, de ahí que vaya por delante de la sociedad, y mucho más aún de las leyes, es un un potencial desconocido en manos de una civilización, aún primitiva. Recordemos que en muchos lugares del globo, aún luchan por no morir de hambre, van en taparrabos, se matan los unos a los otros, se comen los unos a los otros...Cada vez hay más poder en manos de individuos ignorantes. Cuando el más fanático de ellos haga click en el botón rojo. Poco importará si habríamos podido sobreponernos al cambio climático, conseguido un nivel de vida digno para toda la humanidad, si quizás hubieramos logrado emular a fausto o si podríamos haber creado vida.

Cuando el más tonto de todos ellos pulse el botón, cosas de la vida la ciencia habrá acabado con nosotros.