martes, 24 de mayo de 2011

The Show. Capítulo 14: Ebba.

- Hola, soy yo.
- Vaya, ya pensaba que no llamarías.
- He estado ocupada. Acepto, pero necesito tiempo para organizarlo todo.
- Genial. Hablamos la semana que viene. Adiós.

Colgué y me senté en la mesa del salón delante de una copa de vino y cientos de preguntas.

Necesitaba despejarme un poco así que decidí salir a por tabaco y algo de comer.

Veinte minutos después llegaba a mi destino, un restaurante italiano que me encantaba y al que no iba tan a menudo como me gustaría porque no estaba en una zona por la que una chica sola pudiera pasearse sin meterse en algún lio, y mi meta era ser invisible. Al doblar la esquina un chulo mantenía una acalorada conversación con un tipo que, al parecer, le debía pasta. Un grupo de cinco putas se paseaban calle arriba en busca de algún cliente y, justo cuando iba a entrar en el restaurante para hacer mi pedido para llevar, la vi. Al principio me costó reconocerla. Habían pasado muchos años. Pero en cuanto nuestras miradas se cruzaron y vi sus ojos, supe que era ella. Di gracias al cielo. No se acordaba de mi. Fue mi último trabajo, después de aquello juré que jamás volvería a dedicarme a esto y justo el día en que acepto la oferta que me lleva directa a esa antigua vida, la veo. Precisamente hoy.

Se llamaba Ebba. Sus padres, Anna y Hans, habían nacido y vivido en Alemania. Años después de tener a Ebba, su única hija, se mudaron a Viena. Fue ahí cuando el matrimonio Austerlitz comenzó a amasar su fortuna y cuando yo di con ellos. Yo era joven, no tenía ni pizca de compasión. Supongo que por eso era tan buena. Durante aquellos años trabajaba sola, Rolfe no aparecería hasta meses más tarde.
Conocí a los Austerlitz en una gala benéfica. Una conocida que trabajaba para una casa de subastas solía proporcionarme las invitaciones. En una ocasión me dijo: - No entiendo para qué quieres TU ir a esas fiestas de ricachones-. Le pasaba la mejor coca de la cuidad y se acababan las preguntas.

A los cinco minutos de hablar con Hans ya sabía lo sencillo que iba a ser. No era como en otras ocasiones, cuando tienes que convencer a un tipo que lleva veinte años levantando su empresa, que ha visto de todo y que no se deja engañar fácilmente, para que deje una parte considerable de sus ahorros en tus manos. Tras invitarles a un par de almuerzos y un fin de semana esquiando, eran míos.

El día que salía por la puerta con todos los ahorros de los Austerlitz vi a Ebba por segunda y última vez. Me saludó con la mano desde el columpio del jardín. Sentí una punzada de un sentimiento que en ese momento no supe identificar. Cuando conseguí hacerlo, me retiré.

No estaba segura de cuántos años habían pasado, pero ahí estaba. Salía del portal de un edificio medio en ruinas. Yo ya llevaba en la cuidad el suficiente tiempo como para saber qué clase de huéspedes ocupaban ese edificio. No era la calle de las putas por casualidad. Los chulos las confinaban a todas en dos o tres edificios en la misma calle, así las tenían controladas. Dios mío…Ebba...

Continurá...

EL ESPECTÁCULO DEBE CONTINUAR. 

7 comentarios:

Galadriel dijo...

Obdemurian, no encuento el código de mi color en los otros posts. A ver si tu eres capaz!

Javier Martínez Campos dijo...

Es difícil acelerar sin saber a qué se dedica Gabrielle exactamente. Podemos lanzarnos a la piscina pero luego no te quejes.

Galadriel dijo...

¿No es evidente q es una timadora? ¿¿Necesitas que te lo explique todo C por B como si del final de Donnie Darko se tratase??

Javier Martínez Campos dijo...

No. No es evidente. Hasta ayer pensaba que era una asesina a sueldo.

Galadriel dijo...

Bueno, a lo mejor es las 2 cosas.

Javier Martínez Campos dijo...

Claro, y profesora de piano por las noches :D

Anónimo dijo...

Obdemurian Senku Marqués de mis Cosas y Vizconde de Güeboshinchados.
Pues yo pensaba que era taxidermista de ardillas rojas europeas y liebres árticas. Voy a escribir la continuación pero la voy a dejar programada para el Viernes. Vosotros si os da el 'aberrunte' podéis seguir escribiendo en función de lo que veáis que he escrito pero programarlo para dos días después. Y el siguiente igual, dos días después del último capítulo programado. Así estamos al corriente, podemos modificar incluso antes de la fecha de publicación si nos arrepentimos y mantenemos una periodicidad y no confundimos a los del facebook.