viernes, 27 de mayo de 2011

The Show. Capítulo 16. ¿Mama?

Me sequé y con la toalla liada en la cintura asomé la cabeza por la puerta del baño, no sin antes haber revisado con temor la parte externa del marco y el suelo ante mis pies descalzos, no quería encontrarme otro de esos bichos .
-¿Tienes algo de ropa?
-Preparaste una maleta, aquí la tengo. Cógela tú mismo, estoy ocupado.
Sin poder abstraerme de aquella inquietud avancé hacia la habitación de Yohann mirando donde ponía cada pie, lo encontré de espaldas a la puerta, sentado en el borde de la cama frente a una maleta grande que tenía abierta sobre una cómoda con espejo.
-Ahí está, sobre el armario.- Señaló con el dedo, al girarse dejó al descubierto el contenido; varios frascos de vidrio con hojas y ramitas en el fondo, uno estaba abierto, la tapa agujereada estaba encima de la colcha, en el resto agitaban sus patas arañas de diversos tipos, entre ellas Roberta que se entretenían envolviendo con seda un saltamontes inerte. Incliné el cuello y fisgué furtivamente. Con su mano enfundada en un guante de plástico grueso sostenía la araña que faltaba del frasco abierto. Cogió un tarro pequeño que había en la mesilla de noche junto a su revolver, una membrana de látex cubría la boca, era un condón. Acercó el enorme insecto al bote e hizo que clavara sus quelíceros en él, fluyeron unas gotitas transparentes. Sin inmutarse ante mi atónita mirada de repugnancia, la depositó de nuevo en su frasco. No pude evitar reprocharle.
-¡Por Dios que asco!
-Pensé que en el lugar de donde vienes no teníais de eso.
-¿Qué?
-Dios.
-Sabía que te dedicabas a esto, pero ¡joder! ¡Qué asco!- Al arrugar la nariz en un gesto de repulsión me llegó el olor del aceite lubricante usado en el revolver, comencé a recordar-...un momento...¿sabía?
En ese momento salí disparado hacia el salón, cogí la pistola, la desmonté y monté como si fuera un acto reflejo.
-¡Yohann! ¡Yo te conozco! Ya se quien eres, tú eres...
-¿Yohann?
-¡Vete a la mierda! ¡Pues no me he metido yo en líos por tu culpa! Recuerdo tus encargos, los trapicheos en la frontera, las granadas en el maletero de mi Trabant negro, la...la...hummm...¡Me cago en la leche nada sobre mí!
-Lo único que te interesa saber es que a efectos prácticos estás muerto.-Miró su reloj, sus espesas cejas se arquearon.-Vístete y ven al salón.
Con ganas de haberme probado el traje colgado en el pomo del armario salí unos minutos después. Olía a café, de la cocina, como una inofensiva ama de casa apareció Yohann portando una bandeja con dos desayunos tardíos. En algún lugar comenzó a sonar opacado un teléfono, estaba muerto de hambre y le arrebaté un bollo que mordí con ansias. Yohann volvió a mirar el reloj, desenterró de debajo de un montón de folios un teléfono negro, descolgó el auricular y habló sin más.
-Como acordaron con usted,esta conversación no ha existido.
Se giró hacia mi y me ofreció el auricular. Extrañado y aún con medio bollo en el carrillo contesté.
- ¿Si?
-Wolfie, hijo ¿estás bien?
Me atraganté y comencé a toser desesperadamente, me puse rojo, Yohan me dió unos golpecitos en la espalda mientras contenía la risa, aún con los ojos llorosos me llevé de nuevo el auricular a la oreja.
-¡Mama?

5 comentarios:

Galadriel dijo...

Dios mio!! Pero que dejadez!! No paro en casa!! Biblioteca, comer, biblioteca, dormir, biblioteca... Se supone que le toca a Javi?

Unknown dijo...

¡a ti pedazo de perra!

Galadriel dijo...

Ah vale, pues esta noche meditaré y publicaré mañana en algún momento del dia. Convencida de q le tocaba a Javi.

javi dijo...

Yo iba a hacer la historia de Ebba, pero si sigo escribiendo voy a acaparar la novela (más de la mitad de capítulos desde que empezamos).

Galadriel dijo...

Si tienes pensado algo, te cedo la vez y escribo yo después, a mi no me importa. Tu dirás.